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Consejos para ahorrar agua este verano:

Con la llegada de la época seca, se incrementa el consumo de agua y por ende la factura; a continuación le damos algunos consejos para mantener el consumo bajo control y evitar así sorpresas desagradables:

En el jardín y zonas verdes:

  • Regar en las horas más frescas. Para evitar que el agua se evapore con rapidez, lo mejor es regar el jardín a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde. Así el agua utilizada actuará de manera más eficaz sobre las plantas y se gastarán menos litros.
  • Poner sistemas de riego por goteo. Es de los que menos agua gasta y actúa de forma más eficiente. Si se tiene intención de poner un jardín nuevo o es el momento de cambiar las instalaciones de riego existentes, se puede elegir esta opción.
  • Comprobar que no hay fugas. Conviene revisar al menos una vez cada verano los sistemas de riego para evitar que gota a gota se pierdan miles de litros de agua a lo largo del año. También hay que limpiar los filtros porque la suciedad hace que el riego sea menos eficaz.
  • Usar regaderas. No siempre es necesario usar mangueras o riego por aspersión. Con las regaderas u otros recipientes tradicionales es posible mantener el jardín, o al menos algún grupo de plantas, en perfectas condiciones.
  • Colocar depósitos para aprovechar la lluvia. Se puede reutilizar el agua que cae, que de otra manera se desperdiciaría, para regar, limpiar o cualquier otro uso.
  • Optar por especies autóctonas. Sus necesidades hídricas son mínimas y están totalmente adaptadas al suelo y al clima. Pueden vivir solo con el agua de la lluvia sin necesidad de que se las riegue con frecuencia. A la hora de diseñar el jardín, se puede tener en cuenta.
  • Dividir el jardín en hidrozonas. Unas plantas necesitan más agua que otras. Si se agrupan aquellas que requieren recursos hídricos superiores y, por otra parte, las que tienen una necesidad intermedia y las que no tienen por qué ser regadas, el ahorro y la eficacia son mayores.
  • Evitar la evaporación con cortezas o mantillo. Si se ponen en la base de las plantas, el riego que necesitan es menor, pues conservan bastante el agua.
  • Instalar césped de bajo consumo. Algunos tipos de césped son resistentes a la sequía y necesitan menos agua. Si se opta por este tipo de hierba, a la larga el ahorro será notable. Si el jardín aún no está diseñado, es acertado prescindir de la hierba o utilizarla en pequeñas extensiones porque es necesario regarla con mucha frecuencia.
  • Emplear sensores de lluvia y humedad de la tierra. Los sistemas de riego se pueden programar en función de la humedad detectada. Hay sensores que hacen que el riego se detenga cuando detectan que llueve. Es frecuente observar que la aspersión está programada a ciertas horas del día y se enciende a pesar de que esté lloviendo, lo cual parece bastante contraproducente. Otros sensores ven si el suelo tiene humedad y no empiezan a regar hasta que consideren que las plantas lo necesitan.
  • Ajustar los aspersores. También se suele ver cómo las aceras o los caminos están mojados porque al moverse el aspersor, el agua se sale de los jardines. Si se colocan de manera que el agua solo caiga sobre la zona de riego, este será mucho más eficiente y se ahorrarán muchos litros. Además de colocarlos bien, hay que regular la cantidad de agua que despiden para evitar que algunas plantas queden encharcadas.
  • Eliminar las malas hierbas. Se llevan mucha agua del suelo que debería estar destinada al césped o al resto de plantas, por lo que de forma periódica hay que arrancarlas.

En la casa:

  • Enjabonarse con la llave cerrada. Si una persona se moja, cierra la llave, se enjabona y después se enjuaga, puede ahorrar más 50 litros en cada ducha.
  • Poner un atomizador en la ducha. Son artículos que se venden en cualquier ferretería y reducen el caudal. Agregan aire y dan la sensación de que el chorro es mayor cuando en realidad se utilizan menos litros. Es posible ahorrar un 50% con estos aparatos sin que quien se ducha se dé cuenta. Se pueden poner también en el resto de las llaves de la vivienda.
  • Utilizar la doble descarga. Cada vez más inodoros vienen con doble descarga: uno de los botones solo emplea la mitad del tanque y el otro toda su capacidad. En función de las necesidades de cada momento, se puede usar una u otra opción.
  • Reducir la capacidad del tanque. Quien no tenga un inodoro de doble capacidad puede introducir una botella en el tanque para utilizar menos agua.
  • Cerrar la llave al afeitarse o lavarse los dientes. Cada vez se reduce más la costumbre de lavarse los dientes o afeitarse mientras corre el agua; pero se sigue haciendo. En tres minutos se pueden perder decenas de litros. Lo correcto sería utilizar el agua al principio, para mojar el cepillo o enjabonarse la cara, y cerrar la llave hasta el momento de enjuagarse o quitar el vello de la cuchilla. De esta forma, en gestos cotidianos, se ahorran muchos litros al día.
  • Llenar la lavadora y el lavaplatos. Cada vez que se utiliza la lavadora se pueden gastar en torno a 100 litros de agua, por lo que es recomendable que esté llena de ropa cuando se quiera poner en marcha. Lo mismo ocurre con el lavaplatos. También hay programas de media carga que se deben utilizar si hay que lavar con el electrodoméstico a la mitad de su capacidad.
  • Cerrar la llave mientras se friegan los platos. Si la vajilla se lava a mano, se debe mantener la llave cerrada cuando se está enjabonando y abrirla después en el enjuague.
  • Arreglar las fugas que puedan tener las llaves. Los escapes de agua y los goteos pueden suponer perder hasta 100 litros de agua al mes, por lo que conviene cerrar bien las llaves y arreglar las fugas aunque parezcan pequeñas.
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